Me encantaba mi Seat Ibiza 2007. Corría bien con su motor 2.0. Se agarraba bien en las curvas y la dirección era suave. El asiento era bastante cómodo para viajes largos y su rendimiento de combustible era muy bueno. Llegué a promediar 19 kp/l en carretera sin andarme midiendo.
Uno de sus muchos viajes fue a Tecolutla. Tenía suficiente potencia para rebasar en subida. Lo malo es que sus llantas son 205/45. Demasiado delgadas para aguantar un bache. Y así fue. En ese viaje rebané las dos llantas izquierdas en un solo bache, cuando ya venía de regreso. Cambié la de refacción, pero ¿qué hay de la otra? ¿Qué debía hacer: caminar con la llanta hasta encontrar una vulcanizadora dejando mi auto solo? Como es de tracción delantera, decidí avanzar con una llanta ponchada atrás hasta encontrar una vulcanizadora. Por fortuna no estaba lejos. Un par de kilómetros. Una de las llantas ponchadas ya no tenía reparación. La otra tampoco, porque las fisuras se hicieron en la pared de la llanta, no en la banda de rodamiento, así que repararla no garantizaba que pudiera usarse. De todas maneras el maestro la reparó, la montó y me dio la bendición. La llanta aguantó el viaje. Pero esa no fue la única vez que un bache me costó una llanta. Lo peor de todo es que esas llantas son caras. Cada una me costaba 2.000 pesos en Dunlop. Las Kumho eran más baratas, pero no me aguantaban el paso. A alta velocidad se calientan demasiado; rechinan y pierden agarre. Necesitas unas de mejor calidad. De serie traía Dunlop, pero dejaron de importarlas.
Uno de sus muchos viajes fue a Tecolutla. Tenía suficiente potencia para rebasar en subida. Lo malo es que sus llantas son 205/45. Demasiado delgadas para aguantar un bache. Y así fue. En ese viaje rebané las dos llantas izquierdas en un solo bache, cuando ya venía de regreso. Cambié la de refacción, pero ¿qué hay de la otra? ¿Qué debía hacer: caminar con la llanta hasta encontrar una vulcanizadora dejando mi auto solo? Como es de tracción delantera, decidí avanzar con una llanta ponchada atrás hasta encontrar una vulcanizadora. Por fortuna no estaba lejos. Un par de kilómetros. Una de las llantas ponchadas ya no tenía reparación. La otra tampoco, porque las fisuras se hicieron en la pared de la llanta, no en la banda de rodamiento, así que repararla no garantizaba que pudiera usarse. De todas maneras el maestro la reparó, la montó y me dio la bendición. La llanta aguantó el viaje. Pero esa no fue la única vez que un bache me costó una llanta. Lo peor de todo es que esas llantas son caras. Cada una me costaba 2.000 pesos en Dunlop. Las Kumho eran más baratas, pero no me aguantaban el paso. A alta velocidad se calientan demasiado; rechinan y pierden agarre. Necesitas unas de mejor calidad. De serie traía Dunlop, pero dejaron de importarlas.
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